El Santo Niño de La
Guardia
Según la tradición oral
toledana, un grupo de hebreos residentes en la España de 1491 deciden, al
observar el trato que la Inquisición da a sus hermanos, dar un escarmiento a
los cristianos secuestrando un niño y sometiéndole a horrible tormento en la
localidad de La Guardia… Un supuesto crimen que pasamos a narrar en las
siguientes líneas.
Nota
aclaratoria: Situación histórica: corre el año 1491.
Toledo se encuentra en pleno proceso de expulsión del pueblo Judío, al igual
que el resto del territorio ahora denominado “español”. Los Reyes Católicos han
creado el Tribunal de la Inquisición y estos instigan de forma continua a los
hebreos. El pueblo “llano”, instigado también por estos, intenta ver en los
“judíos” la esencia de todos los problemas que acechan a la sociedad de la
época. En las siguientes líneas reflejamos el contenido de una “leyenda” que no
deja de ser la voz popular de las gentes de la época, lo que no implica
directamente que sea cierto o real lo que aquí se comenta. Cabe aclarar que
Leyendasdetoledo.com, no comparte, como es lógico, las acusaciones que se
vierten en estos textos que, aunque parezca increíble hoy en día muchos creen
“a pies juntillas” y otros sienten como “una grave acusación” que aún no ha
caducado… ¿Hemos aprendido algo en estos últimos cinco siglos? Esta leyenda se
circunscribe en un ámbito histórico convulso, violento e intenso, en una época
de intensos cambios en la que no había grandes medios de comunicación, y la
forma de llegar al pueblo analfabeto e inculto era la superstición y las más
graves acusaciones impulsadas en su mayoría por sectores interesados en
conseguir aquellos que los Hebreos poseían, siendo el camino mas rápido
fomentar el odio y su final expulsión de la Península.
Es por el anterior motivo
que se trata por todos los medios de desprestigiar a un pueblo que, a marchas
forzadas se ve obligado a abandonar sus hogares y marchar a un incierto futuro,
lejos de Toledo.
Por aquellos años, eran
comunes los “autos de fe” en Toledo hacia judíos. Un grupo de hebreos de
Quintanar de la Orden, Tembleque y La Guardia habían presenciado en la ciudad
la quema en la hoguera de un grupo de judíos acusados de herejía por la
Inquisición y, muy descontentos por el horrible trato que la Inquisición daba a
los de su raza decidieron dar un castigo a los cristianos que tanto creían en
su religión y a tales extremos llegaban contra los suyos.
Entraron en contacto con
Benito de las Mesuras, judío llegado de la vecina Francia y que ahora residía
en el pueblo de La Guardia.
Éste, que tenía
conocimiento de las artes nigromantes, les afirmó que consiguiendo el corazón
de un niño cristiano y una hostia consagrada y quemándolos juntos conseguirían
unas cenizas envenenadas que siendo vertidas en las fuentes de los cristianos
causarían un daño irreparable para todos ellos.
Eligieron a un judío
llamado Juan Franco, que viajaba de pueblo en pueblo con un carro como persona
idónea para el secuestro de un niño vendiendo diferentes mercancías y, en un
viaje a Toledo, pasando por la puerta del Perdón de la Catedral vio a un niño
de corta edad que, junto a su madre, pedía limosna. Ofreciendo diferentes
objetos y dulces al niño, no tardó mucho en convencerle de que subiera a su
carro y marchase con él. Así lo llevó hasta Quintanar de la Orden, donde era
esperado por el resto de judíos deseosos de llevar a cabo su malvado plan.
Nadie sospechó del rastro en el pueblo, puesto que creyeron que era hijo de
Juan Franco. Poco después fue llevado al pueblo de La Guardia, donde fue
encerrado y maltratado por sus secuestradores. En una ocasión llegó a escapar,
pero al poco fue capturado por su supuesto padre.
Los Hebreos esperaron
pacientemente hasta el momento en el que creían que se había dado muerte a
Jesús de Nazaret. Para ello escogieron el día 14 de la luna de marzo, que era
aquél año 31 del mismo mes. El niño sufrió los mismos padecimientos que los
antepasados de los judíos hicieron a Cristo: escarnios, ultrajes, bofetadas,
azotes, coronación de espinas y, finalmente, una cruel crucifixión. Todo esto
sucedió a las afueras del pueblo de La Guardia, en una cueva en la parte
meridional, donde el “Santo Niño” dicen, sufrió este castigo sin exhalar una
queja ni derramar una sola lágrima…
Una vez crucificado,
recogieron su sangre. Después, con un cuchillo, uno de los judíos hurgó en el
costado derecho. Dicen que, el niño, al ver lo que le hacían les dijo que qué
buscaban. El judío respondió que el corazón, a lo que el niño, con voz
desfallecida respondió que se encontraba en el otro lado. Así murió el niño.
Según dicen también, en el momento de la muerte del niño, la madre, que se
encontraba en Toledo y era ciega, “recuperó la vista”…
El niño fue desclavado por
los judíos y enterrado cerca de una ermita. Ya tenían el corazón. Para
conseguir la hostia consagrada contactaron con un cristiano converso llamado
Juan Gómez que a la sazón era sacristán y no tardó en conseguirla.
Teniendo ya los
ingredientes de tan macabro plan, decidieron llevarlos a la Aljama Mayor de
Zamora. Allí serían asesorados sobre el hechizo por los rabinos de esta ciudad.
Quedó a cargo del viaje Benito de las Mesuras. Al llegar de camino a la ciudad
de Astorga, para no levantar sospechas, el judío se acercó como si fuera buen
cristiano a la iglesia. Pero al sacar su libro de oraciones un gran resplandor
inundó la nave de la iglesia dejando atónitos a los que allí estaban. El judío
huyó rápidamente de la iglesia, pero fue seguido por uno de los fieles que
estaban allí hasta la posada en la que se alojaba y posteriormente fue
denunciado a la Santa Inquisición.
La Inquisición no tardó en
localizar al judío en la posada y llevarlo prisionero, donde con no pocos
trabajos consiguieron, bajo tortura, arrancarle la confesión y el nombre de sus
compinches en los pueblos de Toledo.
Declaró este dónde había
ocultado las reliquias que llevaba hasta Zamora, y una vez allí, los
inquisidores se percataron del por qué del resplandor del libro. En éste había
quedado la marca del corazón, que había desaparecido, pero aún se conservaba la
hostia consagrada. Fue conservada y llevada en procesión hasta el convento de
Santo Tomás, donde se conserva en un relicario recordando con ello el suceso.
Se cuenta que en 1599, habiendo una terrible peste en Ávila, se sacó en
procesión esta Sagrada Hostia y la peste remitió.
También fueron apresados
los compañeros de Benito en La Guardia y llevados a Ávila, donde se les puso en
varias ocasiones en el tormento para que confesaran su horrible delito.
Confesado el delito, les llevaron a La Guardia para indicarles el lugar donde
habían enterrado al niño; pero aunque hubo señales de haber estado allí, no
encontraron el cuerpo, tomando el hecho como un milagro. Dicen que, más
adelante, los vecinos excavaron el lugar y encontraron el capotillo y los
calzones con los que el niño había sido enterrado.
Como ejemplar castigo,
todos los que participaron o colaboraron en este macabro suceso fueron
condenados a la hoguera. José Franco y sus cómplices, como consta en las actas
inquisitoriales, murieron quemados en Ávila el 16 de noviembre de 1491.
Nota: pueden visitar el
pueblo de La Guardia cuando quieran. Es un bonito pueblo en la provincia de
Toledo que aún conserva en su tradición la veneración al Santo Niño de La
Guardia y en su honor tienen unas fiestas patronales en el mes de septiembre.
Mural realizado por Bayeu
en la Catedral de Toledo, representando la leyenda, muy deteriorado.
Mural realizado por Bayeu
en la Catedral de Toledo, representando la leyenda, muy deteriorado.
** En el acceso por la
puerta denominada “del Mollete” a la Catedral de Toledo todavía hoy se conserva
un mural atribuido a Bayeu con la representación de la crucifixión del Santo
Niño de la Guardia. En la actualidad la humedad y la exposición a las inclemencias
del tiempo (se encuentra en la zona interior del claustro catedralicio) ha
propiciado un intenso deterioro de la pintura.
ISIDRO G. BANGO TORVISO,
nos ofrece un pormenorizado estudio en el artículo “Historia de una calumnia:
El Santo Niño de La Guardia”:
“Uno de los sucesos más
tremendos de lo que significó el abuso de la Inquisición española fue el
casodel Niño de La Guardia. En junio de 1490 fue detenido en Astorga un
converso llamado Benito García, natural de La Guardia (Toledo), de oficio
cardador ambulante, acusado de haber cometido cierto crimen. Reconoció que
judaizaba y delató a varios personajes de apellido Franco, de Tembleque, que
también lo hacían. Llevados todos ellos a la cárcel de Segovia, después de mil
tretas inquisitoriales y el empleo del tormento, uno de ellos, Yucé Franco,
informó que estando en La Guardia, «Alonso Franco le había dicho que en otro
Viernes Santo él y algunos de sus hermanos habían crucificado a un niño a la
manera que los judíos habían crucificado a Jesucristo». Después de un proceso
que duró algo más de un año, el 16 de noviembre de 1491 se celebró un auto de
fe en Ávila y todos los acusados en el proceso fueron ejecutados.”
HIMNO AL SANTO NIÑO DE
LA GUARDIA
¡Santo Niño hermoso
Radiante fulgor,
Iris luminoso
Para el pecador!
¡Niño de la Guardia
Luz de nuestro amor!
Eres trono, eres sagrario
De esta Villa Noble y
Leal.
Su blasón, su relicario,
Su tesoro sin igual.
Eres Sol de aristocracia
De la Fe y la Religión,
Fontana donde se sacia,
De agua limpia el corazón.
Eres promesa del Cielo
Calor santo del hogar.
Eres el dulce consuelo
Del que a Ti viene a
implorar.
Es tu escudo Trinitario
La cruz de guíes y azul,
Sangre rojo del calvario
Y claro y celeste tul.
¡Rosa del Martirio,
De Nuestro Señor,
Azucena y lirio
De nuestro fervor!
¡Niño de la Guardia
El más bello amor!
Es la fe la que da vida,
A mi ferviente oración,
Es una luz encendida
En tu santo corazón.
Da rigor y lozanía
De amor y de caridad
A nuestras almas y un
Día... La gloria en la
eternidad.
Defiéndenos del pecado,
Niño glorioso, ¡oye!
De este pueblo, que es
reinado,
Contra el poder de Luzbel.
¡Oye nuestras oraciones,
Son aroma del jardín,
De cristianos corazones
De tu reino querubín!
Oración:
Oh Dios, que de un modo
admirable hiciste llegar a ti al Santo Niño Cristóbal de la Guardia por el
camino de la inocencia y de la cruz, concédenos propicio que, por sus oraciones
y méritos, podamos imitar la humildad y muerte de tu Hijo. Por Jesucristo
Nuestro Señor.
Amén.